Es lunes, el día está muy gris y hace frío, pero a ellas nada parece detenerlas. Son las alumnas de telar que llegan al aula de la vieja terminal .Leti, “La Profe”, las saluda con la misma sonrisa que la acompaña, desde hace años, en la enseñanza este maravilloso oficio.
Unos pocos segundos y la mesa se inunda de lanas e hilos de todas las formas, texturas y colores. Brotan los bastidores, herramienta sobre la que se trabaja el tejido. Algunos comprados, muchos otros, hechos en casa con unas maderitas y clavos.
Carolina es la más joven y callada del grupo. Con timidez contó: “Yo recién empiezo, voy a hacer mi primer alfombrita”. Los colores fluor reflejan su edad. El resto de las integrantes del taller tiene algunos años más. Quizá muchos años más, pero la juventud es la misma en el espíritu. Lo muestran en sus ganas de hacer, de mantenerse activas y en la pasión que le ponen a sus trabajos.
Stella Maris, sin descuidar su tarea, rompió el silencio y dijo: “Ayer me enteré que a las señoras mayores como yo, tejer les hace bien, les ayuda a mantener la concentración, ejercita la paciencia. Así que seguiré con paciencia este tejido, así mirá un hilo para arriba, otro para abajo”. Luego sonrió al revelarnos su fuente, “lo leí en internet”.
Dora estaba en el urdidor. No paraba de cortar hilos para lo que será su próxima ruana. Mientras realizaba la tarea nos contó que cortar y enhebrar los hilos, es la tarea más difícil al momento de usar el telar María. Con precisión matemática nos dijo “tengo que enhebrar 243 hilos y recién después voy a poder tejer”.
La mujer continuó la charla y los hilos hicieron de conductores para encontrarnos con su historia. “Desde que dejé de trabajar siempre busqué actividades”. Miró a su alrededor y confesó “sabés por qué vengo. Porque acá me siento contenida, compartimos un lindo espacio con las chicas, eso me motiva a venir cada lunes a la clase. Yo sé tejer, pero por iniciativa propia no puedo mantener la constancia. Mantener el compromiso de venir cada semana me mantiene activa”.
Un clima cálido, mujeres sencillas que con sus hilos y bastidores se ponen en marcha, se contienen y comunican. Una profe que recorre cada trabajo con gran cariño, sin descuidar la técnica y prolijidad. Y esos trabajos que no se venden, que serán regalados a amigos, familiares… todos tienen un destinatario especialmente elegido.
Los hilos se entretejen para crear cosas bellas. Lo mismo que pasa con las personas cuando nos juntamos. Felicitamos a la profesora, Nélida Lara, y al grupo formado por Ema Campana, Stella Maris Boccardo, Stella Maris Vila, Mónica Vidal, Carolina Quijano Carolina Vergara y Dora Torres, por recordarnos que hacer lo que nos gusta, nos hace felices.
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