Amar lo que hacés. Esa es la cuestión. Ese es el caso de María Carolina Rodríguez, quien el próximo 31 de julio dejará su función en la Municipalidad de Pinamar para recibir su merecida jubilación.
En sus palabras no deja de sentirse cierta frustración, y hasta una tristeza propia del que quiere continuar contribuyendo al día a día del municipio: “Te digo la verdad, yo no quisiera irme, esto es mi vida, yo amo lo que hago… de verdad, es una cuestión emocional para mi dejar mi trabajo, jubilarme. Realmente amo lo que hago”.
María Carolina, que tiene 30 años en Pinamar y un total de 13 hijos reflexiona que ahora será el momento de dedicarse más a sus nietos, a su familia, a realizar cosas que hasta ahora no podía. “Otra vida, es otra vida la que comienza para mi”, afirma.
Sin embargo, en la charla aflora una hermosa contradicción. La lucha interna, la dialéctica batalla entre lo que sufrimos del trabajo y lo mucho que nos gusta nuestra función. Y allí, en ese vaivén está María: “He trabajo en el conmutador y es un lugar complicadísimo, la gente llama muchas veces enojada, con mala onda y sin embargo a mí me encanta lo que hago, por más que tenga que sufrir a veces, me gusta lo que hago”.
El secreto parece ser ese, y en ese secreto también está la solución. María Carolina Rodríguez se define como “la psicóloga de la Municipalidad”.
“Muchas personas vienen directamente a verme a mí, comparten conmigo sus historias, sus penas, sus alegrías. Gente de todas las localidades, gente que viene especialmente a buscar mi contención. Es una alegría personal que me llevo a mi casa todos los días”.
María tiene una vida cargada de historias, de sinsabores y emociones positivas. Sus días en el Municipio la llevaron desde ser parte de nuestra historia. Desde sus días en “Cuspin” hasta, durante un buen tiempo, ser la responsable de cuidar las “llaves de la Municipalidad”. En ese sentido, María cuanta con simpatía que “hasta tuve que venir a abrir el edificio en camisón. Sonaba la alarma a las 3 de la mañana y mi marido me traía. Abríamos, mirábamos que todo estuviera bien y me volvía a la cama”.
Cuando se le consulta por alguna anécdota que la enorgullezca, María recuerda aquella vez en que encontró una billetera llena de dinero, perteneciente a un funcionario, que devolvió rápidamente. “Gorda, en esa billetera tenía el valor de un coche” le dijo el funcionario en cuestión cuándo se la entregó.
”Son recuerdos que me llevo y son cosas que atesoro. La gente que me acompaña, la gente que me rodea sabe cómo soy, me quieren y me respetan. Nunca me metí en la política, siempre respeté a todos los que fueron buenos conmigo. Me voy del municipio feliz de haber sido una buena compañera“, concluye emocionada.
Amar lo que hacemos, ese buen ejemplo que nos deja la charla con María Carolina Rodríguez es el legado que debe iluminar el camino del cambio que Pinamar pidió. Un cambio que nos haga mejores personas y mejores ciudadanos.
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