martes, 5 de julio de 2016

DELIA: LA GRAN MUJER QUE ACOMPAÑÓ A UN GRAN HOMBRE

Quisimos celebrar estos 38 años con Delia Sartirana. Su marido fue Pedro Actis Caporale, el primer Intendente democrático de Pinamar. La frase que afirma que “junto a un gran hombre, siempre hay una gran mujer” cobra real sentido cuando se los recuerda en aquel mandato municipal entre 1983 y 1987.
Delia nos recibió con mucha alegría en su casa de toda la vida, ubicada en Júpiter entre De las Medusas y Del Cangrejo. Sonrió con aprobación cuando le dijimos que para muchos pinamarenses Don Pedro fue “nuestro Pepe Mujica de los 80”. Quienes vivieron aquellos tiempos fueron testigos de la humildad, austeridad y hombría de bien de aquel hombre que trabajó tanto por esta ciudad.
Delia tenía casi 22 años cuando en 1953 contrajo matrimonio. Aunque era oriunda de Carlos Casares la vida de casada la había llevado a vivir en Bragado. En aquella ciudad la pareja conoció a José María Shaw, hijo de Doña Cecilia Bunge y Enrique Shaw, quien les habló de Pinamar por primera vez. Con el tiempo los animó para venir a estas tierras, hasta que decidieron probar suerte y en diciembre de 1972 emprendieron la aventura de radicarse en nuestras playas.
Ni bien llegaron vivieron en la esquina de Constitución y Eneas, donde actualmente funciona una librería, hasta que pudieron comenzar a construir la casa propia. Pedro era mecánico, no había podido estudiar, no era portador de ningún título otorgado en la facultad. Pero tenía el título más importante de todos los tiempos el “de hombre de bien”. Además todos los que lo conocieron afirman que era una persona muy culta e instruida. Esa sabiduría, asociada a su sentido común y solidaridad, fue la que le dio a Pinamar un “gran primer Intendente democrático”.
Hay que destacar que cuando ganó las elecciones en 1983 estaba todo por hacerse. No sólo veníamos de un golpe militar, en nuestro caso además nos habíamos independizado de General Juan Madariaga en pleno proceso dictatorial, el 1 de Julio de 1978.
Cada apertura de calles era celebrada con felicidad, cada obra conseguida era considerada un legado. Pedro inauguró el Jardín 902, que en aquel entonces funcionaba en el edificio donde hoy está “Mamá Sirenita”, la novedosa Escuela Nº 3 que consiguieron funcionara en doble turno, para brindar solución a aquellos padres que trabajaban muchas horas. Con esa mirada social también se implementó la creación de la Casa del Niño.
Pedro fue el promotor de la Escuela Técnica y el Cementerio municipal, entre otras obras fundamentales. Si bien ambas fueron inauguradas incluso después de su muerte, él fue quien sentó precedentes, como buen adelantado a su época.
Delia tiene más fortaleza y vitalidad que años. Es madre de Andrés, Marcelo y Alejandro. También fue madre de Noemí quien partió de muy pequeña y Mary, su hija del corazón. El amor que repartió entre sus hijos hoy multiplica para abrazar a sus nietos y biznietos.
En el año 1989 la vida le arrebató también a Don Pedro. Para nosotros el Intendente ejemplar, que hizo un buen gobierno no porque en aquel entonces en Pinamar había menos gente. Hizo un buen gobierno porque gestionó con honestidad e idoneidad. Sólo quería servir al pueblo y ver su crecimiento. Para Delia, además, era su amor, compañero, aquel con el que disfrutaba de las caminatas por la ciudad, el que la hacía sonreír y emocionar, el que la llenaba de orgullo.
Se ha escuchado decir que Don Pedro murió producto de la tristeza que le provocó una traición. Delia prefiere tiene su mirada de los hechos pero prefiere hacer foco en la “integridad” de aquel hombre que dirigió los primeros pasos de la ciudad.
Caporale era el buen vecino de todos, un amigo incondicional. Admirado por sus correligionarios y respetado por las fuerzas de la oposición. Era un hombre de palabra, cumplía lo que prometía y si sabía que algo era difícil de conseguir, trabajaba en silencio para lograrlo.
Es mucho lo que se puede decir de estas vidas llenas de valores que, aún en los tragos más amargos, sólo apostaron a “sumar”. Seguramente nos quedan muchos capítulos por contar, pero nos quedamos con la “entrega” que, lejos de las mezquindades, en ellos siempre tuvo como objetivo el bien común.
Cultura es también rescatar lo nuestro y destacar las personalidades que inspiraron el crecimiento de la comunidad. En estos 38 años nuestro homenaje más sincero a la memoria de Don Pedro y nuestro agradecimiento eterno a Delia, por todo lo que hizo, y por abrirnos la puertas de su casa y su corazón.

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