LA ÉTICA ASESINADA (Editorial. ''El
Mercurio'' de Chile - 1/2/2015)
Un hombre muerto yace tirado en
el piso de su baño en un departamento de Puerto Madero, en
Buenos Aires, y no descansa en paz. Se ha llevado con él
un secreto terrible, un secreto que tiene a un país entero en vilo, al
borde del abismo. Qué soledad la de ese fiscal, qué desolación la de Argentina.
Porque, incluso en el improbable (no imposible) escenario de que se demostrara
la tesis del suicidio, de todas formas la sospecha quedaría instalada, porque
no es la primera vez que mueren testigos clave antes de un juicio en
Argentina. Cuando ya es muy difícil desenredar las
hebras de la mentira de las de la verdad, un país puede hacerse inviable.
El país de Borges,
de Cortázar, de Sábato y Piglia, los grandes narradores
rioplatenses, el país donde nació el tango, "ese pensamiento triste
que se baila", el país donde se habla de filosofía y psicoanálisis en
los cafés y donde las librerías están abiertas hasta la
madrugada, el país del rock que nos abrió las puertas de la
percepción en la década de los '70, es hoy un país de
"cerdos y peces", para usar el título de una emblemática revista
de la cultura "under" de Argentina, dirigida por Enrique Symns. Los
cerdos andan en los pasillos de los ministerios, en los sórdidos
intersticios del poder; los peces son los que -a pesar de todo- hacen
respirar la cultura de un país de una creatividad y riqueza admirables.
¡Cuánto nos duele ver a Argentina así,
país hermano que nos ha abierto mundos y perspectivas!... Hay una
Argentina que hoy está llorando de verdad, la Argentina de
los ciudadanos honestos, que ve en el suelo junto al cuerpo
inerte de un fiscal, el alma de un país.
¿Qué arruina a un
país?, ¿la riqueza fácil tal vez? ¿Y por qué una porción significativa
del pueblo argentino terminó por entregarles el país, casi con
resignación primero y después cinismo, a oscuras
mafias disfrazadas de ideología?...
Hay un momento en la
historia de nuestros países, en que con el silencio cómplice, todos
podemos ser parte del círculo vicioso de crímenes y mentiras. Es más fácil
no ver, no denunciar, no decir.
Que un país con el
capital humano y cultural de Argentina esté en esta trágica encrucijada es
una señal de alerta para nosotros mismos, que nos hemos creído inmunes
a la corrupción en el contexto de Sudamérica, pero que hemos visto cómo en
las últimas semanas ha caído el velo que ocultaba la promiscua relación entre
política y negocios.
¿Que aquí
todavía no matamos a testigos y fiscales? Sí, es cierto, estamos
todavía bien lejos de llegar ahí. Todavía. Pero no digamos "nunca".
Nadie está libre en el mundo de hoy de una gran descomposición en
curso, que empezó hace mucho tiempo, cuando la política fue
cooptada por el dinero. Ya lo dijo el poeta del Siglo de Oro español,
Quevedo, "(...) pues que da y quita el decoro y quebranta cualquier
fuero, poderoso caballero es don dinero (..) Madre, ¡yo al oro
me humillo!" En el siglo XX, otro poeta, pero
norteamericano, Ezra Pound, denunciaría qué pasa cuando la usura corroe
la civilización, en su feroz poema "Con Usura".
Falta escribir un
poema sobre el efecto devastador de la mentira en la sociedad.
Es la primera señal de que "algo huele mal en Dinamarca".
¿No es preocupante acaso que algunos de nuestros senadores y ex candidatos a la
presidencia hayan mentido y, ya acorralados, hayan dicho que
lo que cometieron no fueron ilícitos, sino "errores"? Qué
fácil cruzar la delgada línea roja por ambición o avidez. Cada cultura
tiene su propio estilo para mentir. En Argentina -país de
grandes narradores- se miente descaradamente y casi con
estilo. Aquí se miente con un poco más de vergüenza (solo
un poco), con cara de niños buenos, pero se miente.
Usura, mentira y política. ¿No estamos hablando
en realidad de Ética?...
Para Aristóteles, el
griego que pensó la política, ética y política iban juntas.
En algún momento se
separaron. Y hoy, el cuerpo de un hombre muerto
se
interpone entre ambas. Una grieta que sangra.
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